«Soy ateo.
Crecí en un hogar católico porque mis padres eran católicos por tradición. Ellos ni siquiera sabían porque eran católicos, desconocían gran parte de la Biblia, y cuando a veces leían algunas partes de la biblia, siempre repetían los mismos versículos. Cuando era pequeño me enviaban al catecismo, me ordenaban rezar el padrenuestro al acostarme y al levantarme y también a persinarme al pasar por una iglesia. Fui creciendo, dándome cuenta que las enseñanzas religiosas están llenas de hipocresía porque no las cumple el que las predica, no las cumplen los supuestos creyentes y, al leer la biblia, descubrí que tampoco las cumple el supuesto dios. Los sacerdotes han sido hitos negativos: en mi niñez el cura nos discriminaba por vivir en una barriada; en mi adolescencia el cura-profesor nos calificaba con 05 si no comprábamos su libro en la librería que él nos indicaba.
De adulto mi futura esposa quería una boda religiosa, pero el cura amenazó con no casarme porque no acepté su teoría sobre los pilares del matrimonio. Todo esto y lo que leía causaron una decepción ya que la religión influye en nuestra vida. Seguimos patrones culturales y familiares inculcados, sin darnos cuenta, por la religión. Somos una sociedad mayoritariamente católica, pero en el día a día no se ve ni pizca de bondad, de humanidad ni de justicia que supuestamente practican los creyentes. La vida enseña que NO somos iguales ante el supuesto dios, ni ante la justicia, ni ante la sociedad porque la hipocresía campea por todos lados».